Esqueleto de mamut siberiano que será subastado el 16 de abril. (Foto: REUTERS)
PARÍS .- El esqueleto descomunal de un oso de las cavernas sorprende intimidatoriamente en la entrada parisina de Christie’s. Es la primera vez que la casa de subastas 'enlota' animales prehistóricos, fósiles y osamentas, de modo que la iniciativa –comercial o no comercial– ha servido para abrir una nueva frontera en la definición tradicional de arte.
¿Puede considerarse a un mamut del Pleistoceno expresión estética y manifestación cultural? La gigantesca criatura no puede alojarse en el salón de casa junto al bodegón y al mobiliario de época, pero el hecho de contemplarla entre las piezas de una subasta convencional redunda en la misma sensación artística que podría manifestar cualquier escultura.
De hecho, el mamut en cuestión, encontrado en Siberia hace 17 años y valorado en unos 170.000 euros, aparece en el último catálogo Christie’s con las porcelanas de Limoges, el busto en mármol de una musa barroca, un reloj de pared Luis XV y unos lienzos florentinos de valor mediocre.
La subasta general está prevista el 16 de abril, aunque el peso y los años del acontecimiento corresponden a la colección de Jean Bouhanna. Un veterinario francés de buena familia y de tradición arqueológica que ha decidido encomendarse a Christie´s para liquidar sus fósiles y esqueletos. Incluido un rinoceronte de la era Cuaternaria cuya edad, 10.000 años, e impecable estado de conservación elevan su precio a 60.000 euros.
"Nos parece natural que estos objetos formen parte de una subasta", explica Erick Mickeler en calidad de comisario. "Nunca ha sucedido en Francia y es raro que ocurra en Europa, pero se han producido iniciativas similares en Estados Unidos y en Japón, donde se concitan muchos de los coleccionistas. Un mamut es, sin duda, un objeto de interés cultural y patrimonial".
La introducción de las criaturas prehistóricas en los circuitos de las grandes subastas se remonta al 4 de octubre de 1997, cuando la casa Sotheby’s de Nueva York vendió el esqueleto de un 'Tyrannosaurus rex' por un valor de 8,6 millones de dólares gracias al interés del Field Museum de Chicago y a la participación económica de un numeroso grupo de industriales.
Fue un récord que no ha conseguido superarse. También representó una llamada de alerta en la comunidad científica, puesto que la nueva dimensión comercial de los hallazgos paleontológicos distorsionaba el cometido de los expertos y les dejaba abandonados a merced del mercado.
"No se puede poner precio a la ciencia", se lamenta Jean-Louis Hartenberger en nombre del Instituto de las Ciencias de la Evolución de Montpellier. "La apertura de un mercado de fósiles y de esqueletos amenaza las tareas de investigación porque los paleontólogos tendremos que depender del ajetreo comercial y perderemos, por tanto, mucho material de estudio".
Las preocupaciones del profesor se materializan en el catálogo que tiene Christie’s. Hay fósiles de mesosaurios que se cotizan a 200 euros; trilobites con aspecto de Alien valorados en 2.000; colmillos gigantescos de mamut a cambio de 10.000 euros; incluso salen a subasta unos dientes de dinosaurio (4.000 euros) cuyo aspecto pulido y piramidal recuerda sospechosamente a una escultura de Brancusi.
Es la frontera invisible del arte y la excusa de una exposición arbitraria que deja boquiabiertos a los clientes habituales de la casa en la aristocrática Avenue Matignon. Nunca habían visto tan cerca la boca de un precursor del cocodrilo ('Isatuchus jenuiosoi') ni habían hipotizado que el martillo del maestro de ceremonias concediera al mejor postor un meteorito de 150 kilos que aspira a venderse en al menos 100.000 euros.
"Hay un mercado inquieto. Desde los coleccionistas privados y los estudiosos hasta muchas instituciones museísticas que han encontrado en estas subastas la posibilidad de acceder a piezas de gran interés" explica Erick Mickeler con los galones de organizador del acontecimiento.
La pujanza de este nuevo mercado queda demostrada con la aparición de los circuitos clandestinos y la proliferación de réplicas falsas. Muchos países carecen de legislación para tipificar el criterio de exportaciones, del mismo modo que se han descubierto algunas redes especializadas en colocar reproducciones casi perfectas de fósiles. ¿Acaso no hay cuadros apócrifos de Picasso?
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